Líbranos del mal. La escalofriante historia del secuestro de las hermanas de Thalía
Uno de los secuestros que mayor consternación ha causado en la opinión pública mexicana fue el de la escritora Ernestina Sodi y su hermana, la actriz Laura Zapata, perpetrado por la banda de secuestradores "Los Tiras", quienes se encuentran tras las rejas a raíz de la denuncia que ambas presentaron después de su liberación. \ Las hermanas fueron privadas de su libertad la noche del 22 de septiembre de 2002 a la salida de un teatro, después de asistir a un ensayo de la actriz; golpeadas y...
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Uno de los secuestros que mayor consternación ha causado en la opinión pública mexicana fue el de la escritora Ernestina Sodi y su hermana, la actriz Laura Zapata, perpetrado por la banda de secuestradores "Los Tiras", quienes se encuentran tras las rejas a raíz de la denuncia que ambas presentaron después de su liberación. Las hermanas fueron privadas de su libertad la noche del 22 de septiembre de 2002 a la salida de un teatro, después de asistir a un ensayo de la actriz; golpeadas y amedrentadas, fueron trasladadas a una casa que los secuestradores adaptaron para retener a sus víctimas y donde permanecieron encerradas, con los ojos vendados, mientras los secuestradores iniciaban las negociaciones para pedir su rescate. Después de transcurridos 18 días, y al no obtener respuesta de los familiares de sus víctimas, los secuestradores liberaron a Laura Zapata. Sin embargo, Ernestina Sodi permaneció cautiva durante tres meses, hasta que su hermana menor, la cantante y actriz Thalía, completó la suma exigida. Esos días Ernestina Sodi estuvo sometida a maltratos físicos y psicológicos que dejaron heridas importantes en su vida y la de su familia. Este libro es el recuento doloroso de su encierro. A través de sus páginas penetramos en el mundo oscuro, violento, sin piedad de la delincuencia organizada; presenciamos la desesperación, la impotencia, la rabia, el miedo infi nito, pero también la esperanza luminosa de la libertad. Acompañamos a la autora, asidos a su escritura íntima y serena, en su firme caminar por la línea frágil que separa la cordura de la demencia, la vida de la muerte. Somos testigos, además, de su reconstrucción anímica y corporal que comienza penosa, lenta, pero plena.
