Afrodita: Cuentos, recetas y otros afrodisiacos (Aphrodite: A Memoir of the Senses)

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Author: Isabel Allende

ISBN-10: 006093008X

ISBN-13: 9780060930080

Category: Confessional Erotica

"Me apprepiento de los platos deliciosos rechazados por vanidad, tanto como lamento las ocasiones de hacer el amor que he dejado pasar por ocuparme de tareas pendientes o por virtud puritana",ya que "la sexualidad es un componente de la buena salud, inspira la creacion y es parte del camino del alma. . .Por desgracia, me demoré treinta años en descubrirlo".

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"Me apprepiento de los platos deliciosos rechazados por vanidad, tanto como lamento las ocasiones de hacer el amor que he dejado pasar por ocuparme de tareas pendientes o por virtud puritana",ya que "la sexualidad es un componente de la buena salud, inspira la creacion y es parte del camino del alma. . .Por desgracia, me demoré treinta años en descubrirlo".Publishers WeeklySex and food, once celebrated as two of life's great joys, suffer a lot of bad press these days. Genuine epidemics, coupled with monthly findings of new things that are bad for us, have pushed otherwise happy souls into programs of agonizing denial and, in severe instances, abstinence. Thankfully, in this sophisticated defense of pleasure, novelist Allende The House of the Spirits puts the joy back into eating and loving with all the panache that marks the best of her fiction. Though passionate about her subject, she remains consistently whimsical with this mix of anecdotes, recipes and advice designed to enhance any romantic encounter. As always, her secret weapon is honesty: "Some [aphrodisiacs] have a scientific basis, but most are activated by the imagination." Allende's vivacity and wit are in full bloom as she makes her pronouncements: "There are few virtues a man can possess more erotic than culinary skill"; "When you make an omelet, as when you make love, affection counts for more than technique." Her book is filled with succinct wisdom and big laughs. Despite sections titled "The Orgy" and "Supreme Stimulus for Lechery," Allende comes down emphatically for romance over sex and for ritual over flavor in a work that succeeds in being what it intends to befun from the first nibble to the last. (Apr.)

Chapter One\ Me arrepiento de las dietas, de los platos deliciosos rechazados por vanidad, tanto como lamento las ocasiones de hacer el amor que he dejado pasar por ocuparme de tareas pendientes o por virtud puritana. Paseando por los jardines de la memoria, descubro que mis recuerdos estánasociados a los sentidos. Mi tia Teresa, la que se fue transformando en ángel y murió con embriones de alas en los hombros, está liga da para siempre al olor de las pastillas de violeta. Cuando esa dama encantadora aparecia de visita, con su vestido gris discretamente iluminado por un cuello de encaje y su cabeza de reina coronada de nieve, los niñs corríamos a su encuentro y ella abr&#237a con gestos rituales su vieja cartera, siempre la misma, extraía una pequeña caja de lata pintada y nos daba un caramelo color malva. Y desde entonces, cada vez que el aroma inconfundible de violetas se insinúa en el aire, la imagen de esa tia santa, que robaba flores de los jardines ajenos para llevar a los moribundos del hospicio, vuelve intacta a mi alma. Cuarenta años más tarde supe que ée era el sello de Josefina Bonaparte, quien confiaba ciegamente en el poder afrodisíaco de aquel huidizo aroma que tan pronto asalta con una intensidad casi nauseabunda, como desaparece sin dejar trazos para regresar enseguida con renovado ardor. Las cortesanas de la antigua Grecia lo usaban antes de cada encuentro amoroso para perfumar el aliento y las zonas erógenas, porque mezclado con el olor natural de la transpiración y las secreciones femeninas, alivia la melancolía de los más viejos y sacude de modo insoportable elespíritu de los hombres jóvenes. En el Tantra, filosofía mística y espiritual que exalta la union de los opuestos en todos los planos, desde el cósmico hasta el más ínfimo, y en la cual el hombre y la mujer son espejos de energías divinas, violeta es el color de la sexualidad femenina, por eso lo han adoptado algunos movimientos feministas.\ El olor penetrante del yodo no me trae imágenes de cortaduras o cirugias, sino de crizos, esas extrañias criaturas del mar inevitablemente relacionadas con mi iniciación al misterio de los sentidos. Tenáa yo ocho años cuando la mano ruda de un pescador puso una lengua de erizo en mi boca. Cuando visito Chile, busco la oportunidad de ir a la costa a probar de nuevo erizos recién extraídos del mar, v cada vez me abruma la misma mezcla de terror y fascinación que sentí durante aquel primer encuentro &#236ntimo con un hombre. Los crizos son inseparables para nu de ese pesca\ dor, su bolsa oscura de mariscos chorreando agua de mar y mi despertar a la ersensualidad. Es así como recuerdo a los hombres que han pasado por da -no deseo presumir, no son muchos- unos por la textura de su piel, otros por el sabor de sus besos, el olor de sus ropas o el tono de sus murmullos, y casi todos\ ellos asociados con algún alimento especial. El placer carnal más intenso, gozado sin apuro en una cama desordenada v clandestina, combinación perfecta de caricias, risa y juegos de la mente, tiene gusto a baguette, prosciutto, queso francós v vino del Rhin. Con cualquiera de estos tesoros de la cocina surge ante mí un hombre en particular, un antiguo amante que vuelve persistente, como un fantasma querido, a poner cierta luz traviesa en mi edad madura. Ese pan con jamón v queso me devuelve el olor de nuestros abrazos y ese vino alemán, el sabor cle su boca. No puedo separar el crotismo de la comida y no veo razón para hacerlo, al contrario, pretendo seguir disfrutando de ambos mientras las fuerzas y el buen humor me alcancen. De allí viene la idea de este libro, que es un viaje sin mapa por las regiones de la memoria sensual, donde los límites entre el amor y el apetito son tan difusos, que a veces se me pierden del todo.\ \ justificar una colección más de rccetas de cocina o de instrucciones er&#243ticas no es fácil. Cada aóo se publican miles y francamente no se, quién las compra, porque aún no conozco quien cocine o haga el amor con un manual. La gente clue sc gana la vida con esfuerzo v reza a escondidas, como usted v como yo, improvisamos con las cacerolas v entre las sábanas lo mejor posible, aprovechando lo que hay a mano, sin pensarlo mucho y sin grandes aspavientos, agradecidos de los dientes que nos quedan y de la suerte inmensa de tener a quien abrazar. ¿Por qué entonces este libro? Porque la idea de averiguar sobre afrodisíacos me parece divertida y espero que para usted tambión lo sea. En estas páginas intento aproximarme a la verdad, pero no siempre es posible. ¿Qué se puede decir, por ejemplo, del perejil? A veces hay que inventar...\ Por tiempos inmemoriales la humaniclad ha recurrido a sustancias, trucos, actos de magia y juegos, que la gente scria y virtuosa se apresura en clasificar como perversiones, para estimular el deseo amoroso y la fertilidad. Esto ú1timo no nos interesa aquí va hay demasiados niños ajenos en el mundo, vamos a concentrarnos en el placer. En un libro sobre magia\ Afrodita. Copyright © by Isabel Allende. Reprinted by permission of HarperCollins Publishers, Inc. All rights reserved. Available now wherever books are sold.

\ Publishers Weekly - Publisher's Weekly\ Sex and food, once celebrated as two of life's great joys, suffer a lot of bad press these days. Genuine epidemics, coupled with monthly findings of new things that are bad for us, have pushed otherwise happy souls into programs of agonizing denial and, in severe instances, abstinence. Thankfully, in this sophisticated defense of pleasure, novelist Allende The House of the Spirits puts the joy back into eating and loving with all the panache that marks the best of her fiction. Though passionate about her subject, she remains consistently whimsical with this mix of anecdotes, recipes and advice designed to enhance any romantic encounter. As always, her secret weapon is honesty: "Some [aphrodisiacs] have a scientific basis, but most are activated by the imagination." Allende's vivacity and wit are in full bloom as she makes her pronouncements: "There are few virtues a man can possess more erotic than culinary skill"; "When you make an omelet, as when you make love, affection counts for more than technique." Her book is filled with succinct wisdom and big laughs. Despite sections titled "The Orgy" and "Supreme Stimulus for Lechery," Allende comes down emphatically for romance over sex and for ritual over flavor in a work that succeeds in being what it intends to befun from the first nibble to the last. (Apr.)\ \ \ \ \ Leslie Chess FellerIn Aphrodite, Allende turns the joyous preparation and consumption of fine food into an erotic catalyst; it culminates in a collection of serious recipes for your first - or next - bacchanal....Although Allende mentions exotica like shark fins, baboon testicles, eye of salamander and the urine of a virgin, her recipes use ingredients that "can be ingested without peril." --Leslie Chess Feller, The New York Times Book Review\ \ \ The Washington PostLike a slow, seductive lover, Allende teases, tempts and titillates with mesmerizing stories and legends about gluttony -- sexual and otherwise. -- The Washington Post\ \ \ \ \ Kirkus ReviewsAn elegant grandmother ponders the erotic side of food and the most delicious aspects of eros. The noted Chilean novelist Allende The House of the Spirits, 1985; Paula, 1995; etc. now lives in San Francisco. One day she put on dark sunglasses and a brassy wig and went down to a big porno shop in order to begin research for this "memoir." However, it's not a memoir in the usual sense; the graceful Allende doesn't kiss and tell. She is never crude or exhibitionistic, and she does not seek to shock her gentle readers. She aims to amuse, to titillate, and to entertain us with the lore of food and sex, a few choice morsels from her own experience and fantasy life, and occasionally to advise aspiring seducers and seductresses. This volume—part memoir, part research project, part cookbook—seeks above all to charm the pants off us, literally. And Allende has this ability. The tone of her prose is persuasively warm and inviting, but also down-to-earth: "The shells of oysters, those seductive tears of the sea, which lend themselves to slipping from mouth to mouth like a prolonged kiss, are hell to open. They can be purchased in bottles, but there they look like malignant tumors; in contrast, moist and turgid in their shells they suggest delicate vulvae." The tales and anecdotes she offers whet the appetites; and her tidbits of erotic lore are food at least for thought, and perhaps more. In addition, there are many recipes for sensual cooks, provided by her aged mother, Panchita Llona, and by the novelist's Spanish agent, Carmen Balcells. Illustrations, tastefully sensual, are provided by Robert Schechter. Peden's translation has verve and immediacy. Allende's "eroticmeanderings" give pleasure. She has a sure sense of the delicate relations between eros and writing. Her tact amplifies the eros that pornography kills. \ \